jueves, 5 de febrero de 2009

Libro. La arquitectura del poder

Esta semana toca leer La arquitectura del poder, de Deyan Sudjic y publicado por la Editorial Ariel. Ya he reconocido otras veces que sólo soy un intruso de estos temas urbanos, y mucho más intruso me siento en cuestiones arquitectónicas. Pero supongo que escribo y leo sobre estos temas últimamente porque son una óptica más desde la que entender lo que nos va pasando.

Es una lectura muy recomendable; para un inexperto como yo, es fácil de entender las implicaciones de ciertos conceptos y luchas de estilos y escuelas que subyacen en algunos de los capítulos, y resulta fácil también reconocer a los principales nombres de la arquitectura del siglo XX, y todo ello con un estilo ligero y preciso en las anécdotas.

El libro parte de una premisa fundamental: la arquitectura ha sido históricamente usada como un instrumento de propaganda política y como símbolo de la imposición de los poderosos. Y, de forma subyacente, una hipótesis igual de central: el arquitecto necesita estar cerca del poder porque en los círculos del poder está el dinero con el que poder realizar sus sueños arquitectónicos. Para significar estas premisas, el autor realiza un relato accesible para los profanos y supongo que también ofrece a los expertos detalles poco conocidos. De Sadam Hussein a Mitterand, pasando por Cesar Augusto o Napoleón III, los diferentes capítulos van desgranando momentos históricos y proyectos urbanísticos y arquitectónicos en los que el autor señala las ansias de los poderosos por ver reflejado física y espacialmente su poder. Sólo por recordar lo que escribíamos hace unos días, hasta el propio Obama tuvo su sueño de convertirse en arquitecto, y quién sabe si, como otros, no ha convertido esa "vocación" en una trayectoria política.

El capítulo 2 (La larga marcha hacia el escritorio del dirigente) es un impactante relato, por ejemplo, de las relaciones entre Adolf Hitler y Albert Speer, el arquitecto oficial del III Reich, el arquitecto coreógrafo de los grandes despliegues militares que alucinaron a la población alemana y compungieron al mundo en la primera mitad del siglo pasado. Una buena forma de entender el significado altamente simbólico de la Cancillería alemana, mandada construir por Hitler para mayor gloria suya y, sobrer todo, para impresionar a quienes pasaban a despachar con él. Una buena forma de entender también la grandilocuencia nazi al leer los planes de reconstrucción de Berlín para convertirlo en una nueva ciudad, Germania, que sería la nueva Roma del siglo XX.



El capítulo 3 (Paisajes del poder) está dedicado, como no podía ser de otra forma, a Stalin, otro personaje fundamental de la historia del siglo pasado y que también entendió la construcción del espacio como una forma de representación de su poder y como una forma de ejercer ese mismo poder. Aquí el relato del libro se centra en los planes del dictador de convertir la Catedral de Cristo el Salvador en el Palacio de los Soviets, un edifico que reflejaría el poder del pueblo organizado y la superioridad de Stalin como líder supremo del pueblo. Para ello, llegó a convocar un concurso internacional de arquitectos en el que participaron las firmas más importantes del momento; nombres como Le Corbusier o Gropius presentaron sus proyectos, resultando finalmente ganador el proyecto presentado por Boris Iofan. El proyecto empezó a construirse pero la invasión alemana de 1941 dio por terminada precipitadamente su construcción y los materiales acabaron siendo utilizados para la construcción de puentes y estructuras defensivas, terminando de esta forma con el sueño constructivo de Stalin y de su arquitecto del poder.

Benito Mussolini también tuvo sus aires de grandeza arquitectónica, quizá a un nivel inferior, y también dispuso de sus arquitectos de cabecera, destacando entre ellos Marcelo Piacentini, encargado de la construcción del barrio EUR 42 (Exposición Universal de Roma 1942), pensado como continuación territorial de Roma y como forma de recuperar el esplendor imperial (fascista en este caso) de la ciudad. En este punto es donde resulta sorprendente valorar que en la Exposición Universal de París de 1937 se encontraron tres pabellones nacionales (Alemania, URSS e Italia) firmados por el trío de arquitectos del poder (Speer, Iofan y Piacentini), en un encuentro que hoy produce espanto, de los líderes de la estética totalitaria. Un momento histórico en el que, por otro lado, la II República Española trataba de hacerse oir internacionalmente en un grito de auxilio presentando un notable pabellón que incluía el Guernica, un símbolo de estética antitotalitaria. Pero la foto del edificio alemán y del soviético a ambos lados de la Torre Eiffel es suficientemente gráfica de los acontecimientos de los años posteriores.

A partir de aquí, el resto de capítulos amplían la información y la sucesión de anécdotas, que incluyen también a dirigentes democráticos de países democráticos, porque todos los poderosos, de una u otra forma, acaban cayendo en la tentación de ver plasmados en maquetas y después en la realidad sus sueños de posteridad. Es en estos capítulos donde aparecen nombres más actuales de la arquitectura como Santiago Calatrava o Frank Gehry y hay sitio para el efecto Guggenheim o el síndrome de los rascacielos. Sitio para contar cómo la arquitectura también es un instrumento para inventar naciones (Yugoslavia, Irán, Turquía), un instrumento para remarcar la identidad nacional en tiempos de incertidumbres (los empeños de Mitterrand por levantar a toda costa el Louvre y el Grande Arche de La Defense) o un instrumento para extender el poderío cultural estadounidense.

¿Dónde está hoy el poder? ¿Quién está construyendo las grandes representaciones del poder económico? Está bien claro: Dubai y el resto de ejemplos de su entorno (Abu Dabi, Astana, Beijing, etc.).

Termino referenciando dos buenas reseñas que podéis encontrar en el blog Islas y Territorio, y en el blog Tecnología Obsoleta. También recomiendo, gracias a Ethel Baraona, el número 6 de la revista Volume, titulado precisamente The architecture of power.

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6 comentarios :

  1. Hola Manu,

    sirva de primera aclaración: no he leído el libro completo, sólo el capítulo de Rem Koolhaas y la CCTV China.

    Quizás, en el título "La arquitectura del poder" y las entrevistas de D.Sudkic que he leído yo interpreté cómo el poder usa para sus fines a los arquitectos, más que éstos quieran estar junto al poder. Lo comento por la frase del post:

    el arquitecto necesita estar cerca del poder porque en los círculos del poder está el dinero con el que poder realizar sus sueños arquitectónicos.

    Que siendo cierta en la arquitectura más mediática y conocida, deja fuera "de la historia" a muchos arquitectos que optaron por otras trayectorias profesionales no ligadas al poder. También podríamos debatir acerca de si finalmente la arquitectura que se proyectó o realizó, olvidándonos de personalismos tan tópicos en la profesión del arquitecto, actuó en la realidad de formas distintas a las esperadas por el poder. Se me ocurre el constructivismo soviético, cómo fue "borrado" de la historia por el poder después de ser apoyado y luego por la historia de los vencedores (el bloque occidental).

    salut! y felicidades por un buen post

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  2. @Odilas: gracias, pero seguro que no tanto como ver la arquitectura de NY in situ ;-)

    @Paco González: me has pillado ;-) Esa frase la he puesto para picaros un poco a los arquitectos que os pasáis por aquí, que sois en muchos casos arquitectos con "otras trayectorias profesionales". En el post que escribí sobre Cirugeda hace unas semanas precisamente mencionaba cómo la profesión de arquitectura es reinventable y personalizable por cada profesional.
    De todas formas, el propio autor también relativiza esa idea; como en todo, cada uno opta por estar más cerca o más lejos de unas cosas y de otras. Un buen ejemplo y siempre discutible: Zaha Hadid, iraquí vs. Sadam Hussein, un dictador con grandilocuencia constructiva. ¿Ella sería hoy quien es si hubiera estado cerca del poder irquí? ¿No lo está del poder occidental? ¿Hubiera sido tan "villano" Sadam de haber optado por construir su imagen arquitectónica con arquitectos del establishment occidental? ¿No es esto lo que está haciendo Dubai? ¿Esconder la miseria de su modelo de éxito/esclavitud a base de firmas de éxito internacional?

    Ahí se abre un debate interesante, creo.

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  3. Sí que fue interesante sí. Mucho a reflexionar sobre la emociones que despiertan determinados paisajes urbanos.

    NY es arquitectónicamente prepotente y abrumador. En una guía radiofónica que escuché, subida al Empire, explicaban anecdotas sobre la rivalidad ególatra de los mecenas de los proyectos arquitectónicos que hoy observamos fascinados.

    Todo tiene una historia y esa historia toma una forma determinada que refleja las miserias y las glorias del ser humano en su paso efímero por este mundo.

    Si te gusta el libro, avisa que buscaré tiempo para echarle un vistazo.

    Enjoy it

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  4. La arquitectura del poder se erige con estructuras simbólicas y físicas que moldean la sociedad. Sus cimientos, a menudo invisibles, revelan la complejidad de las relaciones que definen el entramado político y social.

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