martes, 4 de agosto de 2009

Libro. Esquinas inteligentes

Sigo buscando ideas para revisar algunas prácticas profesionales; antes tocó la arquitectura, hoy toca el urbanismo. Y lo hago con un nuevo libro, Esquinas inteligentes, la ciudad y el urbanismo moderno, de Inés Sánchez de Madariaga, que se dirige claramente a definir el urbanismo como una actividad profesional práctica, frente a otras disciplinas más teóricas, y sin dudar de la necesidad de un buen sustrato teórico urbanístico. Pero ese sustrato es discutible, no sé si estético-ideológico, y la autora plantea tres fines del urbanismo que, sobre el papel, cualquier defendería, pero que no siempre se convierten en realidad en la práctica urbanística:

1. Vivir en entornos con calidad estética. La ordenación del espacio urbano persigue dotar a los habitantes de la ciudad de un espacio agradable, un espacio que pueda ser vivido porque se ha organizado de forma amable y bella. Nada más y nada menos....
2. Satisfacer los derechos básicos de ciudadanía. La ordenación urbanística trata de contribuir a la gran promesa urbana, ser un espacio de ciudadanía y de ejercicio pleno de los derechos básicos: vivienda, salud, protección, socialización, educación, desarrollo cultural e intelectural, etc. Nada más y nada menos....
3. Promover el uso eficiente de los recursos. La práctica urbanística trata de organizar el espacio atendiendo a la escasez, no sólo del suelo, sino también del resto de materiales y flujos que intervienen en el metabolismo urbano. Nada más y nada menos....

Por un lado, la autora distingue tres tradiciones básicas en el urbanismo, entrelazadas muchas veces, de las que no era consciente y que explica con claridad:
  • El urbanismo como problema estético-formal y sus soluciones basadas en el diseño y el arte urbano.
  • El urbanismo como racionalidad científico-técnica y sus respuestas funcionalistas.
  • El urbanismo como medio de transformación social, y sus propuestas utopistas, reformistas o de participación ciudadana (advocacy planning).
Son los dos aspectos principales con los que me quedo del libro, ya que hace afronta la necesidad de tener una visión integral de la ciudad, donde no prime únicamente la visión espacial del arquitecto, o que al menos estos tengan el don de la amabilidad y tengan capacidad de abrir su forma de trabajo hacia otras disciplinas y miradas.

Dos notas al margen:

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