lunes, 20 de abril de 2015

El menguante espacio de libertad que dejamos a niños/as

Guardaba la foto de abajo desde hace años, por si acaso algún día servía para algo. La encontré en el artículo How children lost the right to roam in four generations, que presentaba las conclusiones de un informe sobre los límites espaciales de la supervisión parental a la que estaban sometidos niños/as en las últimas generaciones. El informe (pdf), dirigido por William Bird, experto en salud y naturaleza, analizaba el impacto sobre la salud física y mental a corto y largo plazo de la exposición de las personas a espacios abiertos y, en especial, a la naturaleza.


El informe señala cosas que nos suenan sobre una infancia actual sometida al pánico de sus familias de dejarles solos en un tráfico que ha colonizado las ciudades y un espacio urbanizado que se ha comido los espacios naturales:
"Spontaneous unregulated play in neighbourhood spaces, particularly in affluent areas of cities, is becoming an activity of the past. Children have lost access to traditional play areas including streets and wild spaces. This is due in part to: 
1. Parental fear of: traffic, bullying and stranger danger,
2. Loss of natural spaces for play,
3. Perceptions of what is best for children.

As a result, children are encouraged to participate in regulated play environments in
homes or commercial “play and recreation”
De la transformación del espacio físico ya sabemos mucho sobre cómo ha influido en domesticar nuestras vidas en áreas reguladas y urbanizadas, pero es más interesante (por la parte que me toca) el papel de los adultos en imponer a los pequeños sus propios miedos:
"Many people interviewed in a study for English Nature(now Natural England) felt that contemporary children are over-managed and are prevented or distracted from experiencing the natural environment and outdoor play by a variety of factors, including:
  • Complex toys stifle imagination and discovery of the outdoors
  • Image that outdoor activities are not ‘cool’.
  • Lack of encouragement of parents and institutions
  • Fear on behalf of parents".
Rescato esto porque recientemente leí un artículo, The Case for Free-Range Parenting, que reflejaba la experiencia de un padre al trasladarse a vivir con su familia a Estados Unidos desde Berlín, y cómo ha sentido la obsesión por controlar, limitar y sobreproteger a los niños:
"On her first morning in America, last summer, my daughter went out to explore her new neighborhood — alone, without even telling my wife or me. 
Of course we were worried; we had just moved from Berlin, and she was just 8. But when she came home, we realized we had no reason to panic. Beaming with pride, she told us and her older sister how she had discovered the little park around the corner, and had made friends with a few local dog owners. She had taken possession of her new environment, and was keen to teach us things we didn’t know. 
When this story comes up in conversations with American friends, we are usually met with polite disbelief. "
Quizá Estados Unidos sea un ejemplo extremo (esos padres arrestados por haber dejado ir al parque a sus hijos de 10 y 6 años), con la extendida obsesión social por la seguridad, por la soledad que produce, por la extensión del estilo de vida suburbano,...pero el artículo refleja una tendencia, un riesgo o un futuro próximo inevitable. Las condiciones físicas que ha impuesto el urbanismo y su reflejo en las formas de vida que permiten o limitan influyen sobre cualquiera de nosotros, pero son sólo una parte de un ensamblaje más complejo, sibilino y silencioso que nos invita continuamente como padres a proteger en exceso, a evitar cualquier problema, a evadir a nuestros hijos de cualquier riesgo. No es fácil resistir: la sociedad del riesgo nos ha inoculado un pensamiento sobreprotector que va restando libertad a los más pequeños.

Pequeños que crecerán con una perspectiva más reducida del espacio que pueden explorar con libertad sin supervisión, una capacidad anulada para exponerse ellos mismos a sus propios miedos y desafíos como forma de aprendizaje y superación. Seguramente, lo del "no aceptes caramelos de extraños" ha tenido diferentes versiones en toda la Historia, pero es quizás ahora cuando más sistemático es el mensaje: calles que se les han hecho imposibles (¿o son imposibles porque hemos desistido de reclamarlas para las personas y no para las coches?), sistemas educativos que siguen sin aceptar la libertad y el auto-aprendizaje, políticas que generan miedo y mensaje sociales que alientan la percepción exagerada de los riesgos, un sistema de consumo que sustituye la experiencia de disfrutar de lo que (aún) no tiene precio por productos manufacturados de consumo normalizado, un sistema de normas sobre seguridad o civismo que nos convierten en sus esclavos, vidas cada vez más anónimas donde "los ojos en la calle" cada vez están más ausentes,,..

"It is hard for parents to balance the desire to protect their children against the desire to make them more self-reliant. And every one of us has to decide for himself what level of risk he is ready to accept. But parents who prefer to keep their children always in sight and under their thumbs should consider what sort of trade-offs are involved in that choice.

At a minimum, parents who want to give their children more room to roam shouldn’t be penalized by an overprotective state. Cases like the Meitivs’ reinforce the idea that children are fragile objects to be protected at all times, and that parents who believe otherwise are irresponsible, if not criminally negligent."

Como dice el autor, no es sencillo establecer el equilibrio ideal, pero sospecho que la imagen de arriba sólo refleja en el espacio las limitaciones mentales a las que nos somete la vida actual y que estamos inoculando a los que ahora están empezando a descubrir el mundo y a descubrir la libertad, también la libertad de arriesgarse, de hacerse daño, de descubrir, de equivocarse, de exponerse o de superarse. Y tenemos que resistirnos.

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7 comentarios :

  1. "Niños" incluye a niños y a niñas, no necesitas aclararlo.

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  2. El problema no son los coches, el problema real es el lobo humano y la indefensión a que se encuentra un menor porque sabes que si tiene un problema con otro menor ningún adulto podrá intervenir a riesgo de buscarse problemas, o incluso la indiferencia.
    Ese es el cambio real con respecto a la situacion que teniamos los crios en 1960-1970 la "autoridad" de un adulto responsable podría solucionar un problema con tu hijo frente a terceros menores y adultos. Ahora te juegas, que te lo secuestren, te lo acuchille otro menor y se desangre en una avenida mientras nadie ha hecho nada por evitarlo porque se buscarian un problema mayor.
    Los coches no pintan nada.

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    Respuestas
    1. pero nada-nada eh...
      y q no se te ocurra volver a insinuarlo, manu, q te han dejao sin argumentos, reconócelo xD

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    2. Si es que, la gente es una desconfiá. Ve a un coche de lejos y ya lo está juzgando...

      Los coches son como los gaticos, los acaricias, te ronronean... Un compañero de juegos y aventuras perfecto para los niños...

      Pero no, los anti capitalistas bolivarianos bolcheviques siempre estáis con vuestros royos de que los coches nos quitan el espacio vital.

      ¿Qué pasa con el espacio vital de los coches? ¿Nadie piensa en él?

      Un poquito de por favor

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  3. El miedo como sistema de control desde temprana edad, me he criado en Paris nacido en 1970, mi madre siempre me dejaba jugar en la calle, había peligros, tuve que lidiar con un tipo que me seguía sacándose la polla, con bandas que te querían robar, peleas, con ACAB, siempre me defendí o salí corriendo sin contar nada a mis padres, eso me enseño a defenderme en toda ocasión, ahora me cuesta no tener a mis hijos al alcance de la vista, el de 10 me lo reprocha. Somos nosotros que nos hemos dejado manipular por el mensaje de miedo que se difunden los massmierda, amplificando cada noticia hasta desformarla. La peur est le meilleur moyen de contrôle.

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  4. ¡Muy interesante! Como padre es algo en lo que he pensado a menudo, y choco, ahora que vivo en medio de un bosque (Collserola) con un impedimento no previsto: ¡que los niños no quieren (alejarse de casa), ni aunque les obligue! Un abrazo, y me alegro de que todo siga bien. Andrés

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