lunes, 24 de enero de 2011

Buscando puntos débiles en la ciber-utopía de la era Wikileaks


Wikileaks ha abierto la caja de Pandora, no sólo de los secretos de estado y ahora también de los secretos bancarios, sino que ha abierto la veda para proclamar con entusiasmo el inicio de una nueva era de promesas de transparencia y de nuevos poderes ciudadanos. Sin duda, es cierto que ha mostrado las debilidades del sistema y, sobre todo, el potencial que puede tener hacia nuevos caminos de libertad subidos en el tren de las redes. Pero, ¿es para tanto? Para algunos, no deja de ser un modelo que, en el fondo, sigue cayendo en la recentralización del poder y no nos acerca a ser más libres. En una línea crítica similar, Evgeny Morozov acaba de publicar un libro que trata de poner los pies en el suelo sobre las expectativas quizá demasiado optimistas que se han puesto sobre wikileaks como reflejo de una época pero, en general, sobre el ciber-optimismo utópico. Un post de P2P Foundation recoge extractos de tres reseñas libro "El engaño de la red" (The Net Delusion. The dark side of internet freedom) que, a falta del libro, bien valen para entender algunos de los argumentos del autor.
En estos tiempos buscamos en revoluciones lejanas la pasión que falta para las no-revoluciones de aquí, y abrazamos hoy Túnez, ayer Irán y mañana vaya usted a saber qué incógnito país, pero sólo porque parecen caminar a lomos de mensajes de 140 caracteres. Ese debate de "la revolución será tuiteada" y "la revolución no será tuiteada" es lo de menos, salvo para entretenerse en debates estériles tan propios de la ciclotimia 2.0. ¿Y si, en realidad, después de todo, fueran los regímenes autoritarios los que mayor beneficio estuvieran sacando de la web?
El tecno-optimismo crea monstruos pero, como buenos hijo de la hipermodernidad, sólo duran unos instantes fugaces. Leer  La cultura-mundo es lo que tiene, que cada página que paso estoy más cerca de pensar que vivimos atrapados en la banalidad mientras las cosas importantes, los conflictos de toda la vida, son los mismos pero ya no los reconocemos. Los políticos, las guardias pretorianas de los grandes partidos, han fagocitado las promesas de la política 2.0, enorme entretenimiento de la sociedad occidental ante la falta de revoluciones aquí. El pensamiento se vuelve simple, que quepa en un tuit o facilite un me gusta/no me gusta impulsivo, vacío, descontextualizado y contradictorio con el siguiente me gusta/no me gusta. Adhiérete, súmate, pon tus clicks al servicio de una idea pasajera, pon tus hashstags al timeline del progreso. Entretenido estás con el poder que te da tu ipad, que, de mientras, las cosas pasan. Wikileaks es la ficción de que tenemos el poder en nuestras manos, la ilusión de la sedición frente al orden establecido.
Se me pasará. Bueno, mejor no.

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