lunes, 27 de julio de 2009

Escala metropolitana en época de redes

Leo un acertado artículo de opinión de Carme Miralles en Público, El año Cerdá y las áreas metropolitanas, en el que la autora sugiere aprovechar la conmemoración de los 150 años de la aprobación del Plan de Reforma y Ensanche de Barcelona para repensar la escala metropolitana para ajustar las grandes ciudades españolas a los retos de la nueva economía, de la misma forma que los ensanches sirvieron para adaptar la realidad urbana a la expansión del modelo industrial. Termina su artículo así:
¿Es posible hablar de vivienda, de transporte, de equipamientos educativos, comerciales, sanitarios, de gestión de los residuos o de política industrial sin tener presente este fenómeno plurimunicipal? El sentido común, la eficacia de las políticas públicas y la experiencia en otros países indica que se tiene que atender esta realidad cotidiana de muchos ciudadanos y, con ello, iniciar el debate del fenómeno metropolitano español, que está por hacer. Sería una cuestión nacional, transversal, pluridisciplinar, enraizada a la vida real de miles de ciudadanos y que nos permitiría reconocer nuestros problemas urbanos comunes y, con ellos, encontrar las mejores soluciones. E, incluso, ir un poco más allá y entender el fenómeno urbano, muy poco comprendido e interpretado. Aunque es en las ciudades donde la izquierda pierde las elecciones.
Algunos apuntes hemos lanzado por aquí respecto a la necesidad de abordar la escala metropolitana; posiblemente, una hipótesis excesivamente improvisada nos llevará a pensar en reducir el número de ayuntamientos y acercar la realidad institucional a la realidad funcional de las ciudades. Algo que, por otro lado, es absolutamente impensable. Hemos creado ya demasiados sillones, demasiados despachos. Pero, quizá también hemos creado demasiados polígonos industriales (cada pueblo el suyo), demasiados polideportivos (cada pueblo el suyo), demasiados planes generales (cada pueblo el suyo), demasiados nuevos desarrollos urbanísticos (cada pueblo el suyo), etc. Por supuesto, estamos en la época de las redes, de hiperterritorio, de la subsidiariedad, de la descentralización y la distribución equitativa sobre el territorio. Pero no son ideas contradictorias. Porque para que las redes se desarrollen, supongo, hacen falta menos fronteras administrativas que impiden lo que, de facto, ya existe más allá de ellas.

Foto vía satnitefever en Deviantart.

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