Mostrando entradas con la etiqueta ciudadanía digital. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta ciudadanía digital. Mostrar todas las entradas

viernes, 31 de enero de 2020

Más allá de la transformación digital: el cambio cultural de la sociedad conectada

La sociedad conectada no implica únicamente la colonización de las diferentes esferas sociales con dispositivos, objetos conectados, pantallas, redes inalámbricas, centros de datos, software, etc. Los cambios en el funcionamiento de la vida urbana tienen que ver en gran medida con las lógicas que se están introduciendo a través de la generalización de las diferentes herramientas inteligentes y digitales. El ascenso de las redes sociales tiene importancia no tanto por la novedad de los desarrollos tecnológicos que han implicado, sino por el impacto sobre comportamientos, aspiraciones y expectativas. La centralidad de empresas como Google, Facebook o Amazon no tiene tanto que ver con la sofisticación de sus productos, sino con la creación de nuevas dinámicas sociales, nuevas relaciones en la esfera pública y privada o nuevas formas de entender actividades cotidianas en la ciudad. Las soluciones de automatización inteligente implican importantes innovaciones tecnológicas que depararán nuevas formas de entender el mundo del trabajo, las lógicas del gobierno de lo público o la distribución de tiempos dedicados a diferentes actividades a nivel personal. Todo ello conforma un cambio cultural de enormes significaciones.

Se trata de un proceso social por el cual la llegada de tecnologías como las que hemos mencionado está condicionando nuestro día a día y creando expectativas sobre cómo funciona el mundo cotidiano que nos rodea, multiplicando a su vez la velocidad de adopción de estas tecnologías. La intersección de una vuelta a lo local y de una presencia constante de las tecnologías móviles/digitales está creando nuevos usos culturales. Estos no tienen que ver sólo con los hábitos de consumo de ocio, la febril actividad, sobre todo entre los más jóvenes, en redes sociales, la confianza en dispositivos para organizar nuestras vidas (desde el control de nuestra actividad física hasta la organización de nuestros viajes en coche) o la generalización del uso de sistemas de administración electrónica. Efectivamente, un día cualquiera es cada vez más una transición constante entre sistemas intermediados digitalmente, pero el impacto profundo va más allá y enlaza con las dinámicas sociales que protagonizarán las próximas décadas.

Foto de Angela Compagnone en Unsplash
El ascenso de servicios colaborativos implica cambios estructurales en diferentes industrias (transporte de pasajeros, turismo) y también nuevas concepciones sobre la propiedad y nuevas formas de uso de los servicios con los que organizamos nuestras vidas. La extensión de herramientas digitales a través de apps implica la capacidad creciente de la ciudadanía para organizar su acción colectiva, pero supone también el redescubrimiento de conceptos olvidados como el de procomún, que caracteriza nuevas concepciones de los límites entre lo público, lo privado y lo común. La disponibilidad de herramientas para la impresión digital implica expectativas de transformación profunda de la industria, pero también es el motor de la extensión de prácticas sociales vinculadas a la idea de DIY (hazlo tú mismo). El éxito de sistemas de creación de conocimiento abierto y de inteligencia colectiva (Wikipedia como ejemplo paradigmático) supone grandes disrupciones en muchas actividades económicas e industriales, pero son un reflejo sobre todo de las nuevas expectativas sobre transparencia, sobre ampliación de la agencia de la ciudadanía para actuar por sí misma sin esperar a la intermediación de las instituciones públicas.

 Por ello, el significado profundo y la realización de la ciudad inteligente como un modelo significativo para la ciudadanía en su vida cotidiana es, ante todo, un cambio cultural que se está dando en el caldo de cultivo de la transformación digital y tiene tanta importancia al menos como la propia transformación material del paisaje urbano y sus infraestructuras o la modificación de los modelos de gobierno de las ciudades.

Extracto de Descifrar las smart cities. ¿Qué queremos decir cuando hablamos de smart cities?

martes, 30 de enero de 2018

Bherria, explorando nuevas claves en proyectos colaborativos a escala municipal

Oficialmente, lo que decían los materiales de difusión, Bherria es un proyecto de formación/aprendizaje sobre nuevos modelos de relación o colisión en temas como la participación ciudadana, el voluntariado, el activismo y la comunicación. Muchos ingredientes en la coctelera que ya lo hacían suficientemente complejo y, puede, difícil de concretar. Después, la realidad al ponerlo en marcha y vivir durante los últimos meses de 2017 su evolución hace que nos demos cuenta que ha sido otras cosas, o más cosas.


Asier lo ha explicado muy bien; Bherria, en su primera edición, ha sido un encuentro de personas e instituciones que andamos haciéndonos preguntas, buscando nuevos significados a las formas de hacer desde las políticas públicas de cercanía. Con más interrogantes que certezas, algunos han formado parte como participantes de un proceso más o menos clásico de formación (actividades online y encuentros presenciales) pero que en realidad ha tenido mucho más de encuentro. Otros hemos participado como facilitadores o como sea que se llame lo que hemos hecho. Muchas cosas, desde el diseño a la construcción de la plataforma online y sus contenidos, desde un extraordinario esfuerzo por documentar visualmente el proceso hasta una cuidada dedicación a los diferentes encuentros presenciales.

Ahora que el proyecto ha culminado, y mientras vemos qué podemos hacer con todo lo trabajado, es fácil resumir que, al final, Bherria ha sido un camino por las diferentes ágoras temáticas que teníamos previstas: Ágora de Autogestión y Procomún, el Ágora de SmartCitizen y el Ágora de Escucha y Comunicación Digital. Pero puede que sean los intangibles, difíciles de formalizar, los que hayan tenido más valor, o los que no hayamos cubierto suficientemente, o los que merezca la pena trabajar más adelante. Podemos agarrarnos a esa especie de decálogo que ha salido como conclusiones.


Bherria es fruto del esfuerzo de muchas personas, pero sin duda trabajar en equipo con Asier, Arantxa, Asier, Ritxi, Itziar, Ziortza, Raúl,… ha sido una suerte. Mucho curro, muchas urgencias y también mucho mimo, más del que yo he podido poner al encargarme del ágora de sociedad conectada y ciudadanía digital, que partía de la siguiente idea:

En los últimos años, la agenda de políticas públicas urbanas ha ido incorporando diferentes tendencias derivadas de los cambios sociales y culturales que se están produciendo en la sociedad contemporánea. Dentro de estos cambios, la esfera digital ocupa un lugar central. Las ciudades inteligentes aparecen como la realización de un escenario en el que diferentes tecnologías cambian nuestras relaciones personales, la forma en que se organizan y prestan los servicios públicos, las dinámicas de acción social colectiva, etc. ¿Cómo conseguir valor social y comunitario de estas tecnologías?

El recorrido ha implicado cuestionar los escenarios que abre la sociedad digital en materia de participación, de derechos, de hábitos cotidianos y prácticas colectivas. Nada nuevo cuando hablamos de propiedad de los datos, de la capacidad de tener margen de maniobra en el caldo tecnológico, de soberanía tecnológica, de nuevas formas de intervenir en lo público, etc., pero suficiente para poder extraer algunas ideas que han ido surgiendo en los debates y actividades del módulo.



La conversación, el punto de unión de la mayoría de los proyectos que los participantes han trabajado -proyectos o iniciativas concretas que están lanzando o gestionando en sus ayuntamientos- creo que ha sido el de descifrar qué significa hoy participar en un entorno que se ha hecho más complejo: procomún, inteligencia colectiva, autoorganización, esfera digital,...parece que crean nuevas condiciones o expectativas para abrir los proyectos que las instituciones acogen a escala local. Pero, más allá de esto, mi impresión más personal es que los ayuntamientos siguen necesitando respuestas y herramientas mucho más ajustadas a las condiciones con las que trabaja el personal involucrado en todos los proyectos que han circulado alrededor de Bherria (acogida a inmigrantes, políticas de juventud, procesos participativos -muchos, sorprendentemente, vinculados a espacios urbanos desaprovechados-, proyectos de atención social y voluntariado,...). No sé si faltan muchas más herramientas, recursos o capacidades -seguramente sí, todo a la vez- pero en lo que sí ha podido contribuir Bherria es a crear un entorno de colaboración entre los/as participantes, ahí hemos notado que hace falta más encuentro e intercambio entre personas y proyectos que, en el fondo, no están tan solas ante tantas incertidumbres a la hora de lanzar proyectos. En estos meses ha nacido un prototipo que puede servir para esto, ahora es cuestión de conseguir que se consolide algo, de una manera u otra. 

jueves, 14 de enero de 2016

Hacer ciudad. La convergencia de disciplinas y la ciudad relacional

El próximo 26 de enero participaré en el Master en Comunicación, Cultura y Ciudadanía Digitales impartido por la Universidad Rey Juan Carlos en colaboración con Medialab-Prado. La sesión, que he titulado Hacer ciudad. La convergencia de disciplinas y la ciudad relacional, forma parte del  módulo de Tecnociudadanía y procomún, del que es responsable Antonio Lafuente, y he planteado así los contenidos:

La forma de hacer ciudad es un proceso en crisis. Diferentes factores, desde cambios sociales, crisis de la política o transformación tecnológica, están contribuyendo a la materialización de un conflicto entre las formas institucionales de gobernar y dar forma a las ciudades y las expectativas de la ciudadanía sobre el papel que quiere tener en la ciudad que vive. Son muchos los movimientos sociales, las disciplinas académicas, los proyectos o las teorías que están contribuyendo en los últimos tiempos a la formación de un nuevo enfoque sobre cómo hacer ciudad que vaya más allá de las instituciones públicas y del urbanismo como instancias centrales o únicas de hacer ciudad. Emerge una perspectiva, a caballo entre el activismo, el arte y la cultura y la gestión urbana. Esta disciplina es el urban interaction design. Hacer ciudad ya no es únicamente un asunto de planificadores públicos o de urbanistas en sentido estricto. Las metodologías, conocimientos y teorías que diseñan y construyen la ciudad y sus proyectos en el día a día han desbordado el campo de acción de las ciencias urbanas tradicionales. El diseño de interacción urbana se propone como referencia de diferentes métodos y aproximaciones a la realidad de la sociedad conectada que están confluyendo.


Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...