La estructura territorial en Euskadi, especialmente en Gipuzkoa, ha tenido en las últimas décadas un clásico: antiguos pabellones industriales abandonados situados en sectores urbanos y, en algunos casos, casi céntricos. Son la huella visible de un pasado no tan lejano. También son una señal de la rigidez de la ciudad construida. Grandes estructuras físicas que poco a poco, o a veces abruptamente, se van abandonando y quedan ancladas en su calificación anterior a falta de cualquier posibilidad de volver a edificar algo permanente.
En Urretxu (Gipizkoa), una amplia zona industrial en declive sigue definida como “industrial común”, a la espera de que cambien las tornas de esta crisis que algún día pasará y seguirá necesitándose un espacio de actividad productiva en el municipio. Además del propio contexto local, no exento de conflicto, es un buen caso para explicar cómo lo temporal/lo presente y la expectativa de permanencia/el futuro entran en contradicción, más si cabe, en la situación actual. Es evidente que tiene sentido pensar en esta zona (marcada en color en la imagen) como de uso industrial pero es imposible pensar que ese uso potencial se cumplirá próximamente. ¿Qué hacemos mientras tanto? ¿Cómo lo hacemos, además, teniendo en cuenta el estado ruinoso de algunos edificios, con pabellones en proceso de catalogación, y con una evidente influencia sobre la fisonomía de los terrenos adyacentes?
Más o menos con esa pregunta en la cabeza Ibon Salaberria, de TOKI arkitekturak, me llamó hace unas semanas para contarme este proyecto e invitarme a participar en las jornadas inaugurales del proceso participativo que están desarrollando junto con monoD estudio para analizar las potencialidades de este espacio. La idea es partir del concepto de la ciudad temporal en un mientras tanto permanente para ofrecer a los asistentes y a los diferentes sectores y agentes que estarán involucrados en el proceso un abanico de posibilidades de usos transitorios. Así que el próximo 18 de diciembre estaré en una sesión junto con Fernando Diaz Orueta con el objetivo de presentar sobre todo ejemplos de actuaciones que, partiendo desde la definición de usos temporales y no contradictorios con los usos previstos por el planeamiento como definitivos, puedan generar oportunidades de desarrollo económico y social en el mientras tanto, mientras las previsiones del planeamiento se cumplen. Partiré, para ello, de las ideas básicas que ya apunté en el documento La ciudad temporal en un mientras tanto permanente, añadiendo ejemplos de reutilización de espacios industriales y estableciendo unas tipologías de uso y de organización/gestión de este tipo de intervenciones,
El proceso IRIMO (que se abre ahora pero cuenta con un programa mucho más amplio que incluye talleres, entrevistas, mapeado, etc.) busca abrir un espacio de reflexión y debate entre agentes políticos, agentes técnicos, propietarios, vecinos de los barrios cercanos y otros actores sociales para buscar la mejor manera de convertir este espacio en un activo para el municipio. Se trata, como decía, de un caso complejo pero muy ilustrativo sobre cómo enfrentar las expectativas previstas en el planeamiento con la realidad de las cosas y con otas aspiraciones no resueltas.
En Urretxu (Gipizkoa), una amplia zona industrial en declive sigue definida como “industrial común”, a la espera de que cambien las tornas de esta crisis que algún día pasará y seguirá necesitándose un espacio de actividad productiva en el municipio. Además del propio contexto local, no exento de conflicto, es un buen caso para explicar cómo lo temporal/lo presente y la expectativa de permanencia/el futuro entran en contradicción, más si cabe, en la situación actual. Es evidente que tiene sentido pensar en esta zona (marcada en color en la imagen) como de uso industrial pero es imposible pensar que ese uso potencial se cumplirá próximamente. ¿Qué hacemos mientras tanto? ¿Cómo lo hacemos, además, teniendo en cuenta el estado ruinoso de algunos edificios, con pabellones en proceso de catalogación, y con una evidente influencia sobre la fisonomía de los terrenos adyacentes?
Más o menos con esa pregunta en la cabeza Ibon Salaberria, de TOKI arkitekturak, me llamó hace unas semanas para contarme este proyecto e invitarme a participar en las jornadas inaugurales del proceso participativo que están desarrollando junto con monoD estudio para analizar las potencialidades de este espacio. La idea es partir del concepto de la ciudad temporal en un mientras tanto permanente para ofrecer a los asistentes y a los diferentes sectores y agentes que estarán involucrados en el proceso un abanico de posibilidades de usos transitorios. Así que el próximo 18 de diciembre estaré en una sesión junto con Fernando Diaz Orueta con el objetivo de presentar sobre todo ejemplos de actuaciones que, partiendo desde la definición de usos temporales y no contradictorios con los usos previstos por el planeamiento como definitivos, puedan generar oportunidades de desarrollo económico y social en el mientras tanto, mientras las previsiones del planeamiento se cumplen. Partiré, para ello, de las ideas básicas que ya apunté en el documento La ciudad temporal en un mientras tanto permanente, añadiendo ejemplos de reutilización de espacios industriales y estableciendo unas tipologías de uso y de organización/gestión de este tipo de intervenciones,
El proceso IRIMO (que se abre ahora pero cuenta con un programa mucho más amplio que incluye talleres, entrevistas, mapeado, etc.) busca abrir un espacio de reflexión y debate entre agentes políticos, agentes técnicos, propietarios, vecinos de los barrios cercanos y otros actores sociales para buscar la mejor manera de convertir este espacio en un activo para el municipio. Se trata, como decía, de un caso complejo pero muy ilustrativo sobre cómo enfrentar las expectativas previstas en el planeamiento con la realidad de las cosas y con otas aspiraciones no resueltas.
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