martes, 2 de octubre de 2012

La smart city sin personas, historia de un bluf


Si has seguido el tema de las smart cities en los medios más tecno-entusiastas quizá te suene el proyecto de crear una ciudad desde cero en medio del desierto de Nuevo Mexico. Una ciudad sin personas (quizá robots, quién sabe) para testear nuevas soluciones tecnológicas (por cierto, un modelo que ya se usó para probar la mejor forma de bombardear las ciudades alemanas en la II Guerra Mundial y para pruebas nucleares). Un campo de experimentación disponible para empresas que quieran experimentar sus innovaciones en un lugar pretendidamente aséptico, donde la asepsia significa excluir la interacción humana para probar tecnologías a implantar en las ciudades, espacio de interacción humana por definición. Traté de ello hace un año en Laboratorios urbanos sin personas. Del barrio alemán en Utah a la Ciudad smart en Nuevo Mexico y hace unos meses en Una ciudad sin personas no es un laboratorio urbano y ahí puedes leer lo que pienso sobre el concepto detrás de un proyecto de este tipo.

Imagen via Fast Company
Hemos leído de todo en las dos oleadas de public relations de la empresa promotora (Emily Badger escribió bastantes detalles sobre el contexto del proyecto), pero seguro que no te han llegado noticias sobre la realidad de este proyecto. Y es que la realidad es mucho menos espectacular que los renders que servían para anunciar un proyecto que parecía que iba a ser inmediato y que, sin embargo, se encuentra atascado por problemas para encontrar una localización e inversión financiera. Pegasus Global Holdings anunció en mayo que ya disponía de una localización en Hobbs para su Center for Innovation, Technology and Testing pero parece que las cosas se han torcido cuando lo único que tienes es un nombre suficientemente tentador como para que parezca una buena idea, aunque esconda detrás un modelo de investigación tecnológica urbana basado en las grandes infraestructuras y en un enfoque top-down. Greg Lindsay resumía bien esta cuestión en Not-so-smart cities:

Despite its superior computing power and life-size footprint, Pegasus’ project is hobbled by the equally false assumption that such smart cities are relevant outside the sterile conditions of a computer lab. There’s no reason to believe the technologies tested there will succeed in cities occupied by people instead of Sims.
The bias lurking behind every large-scale smart city is a belief that bottom-up complexity can be bottled and put to use for top-down ends — that a central agency, with the right computer program, could one day manage and even dictate the complex needs of an actual city.

No sabemos si finalmente se hará realidad. Habrá que verlo pero confío en que estas aproximaciones a la investigación en tecnologías urbanas dejen de dominar el debate. Seguramente es un proyecto anecdótico, pero creo que es suficientemente significativo para explicar una determinada concepción del papel de la tecnología en la ciudad. Mañana publicaré más extensamente sobre ello.

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