miércoles, 13 de mayo de 2015

Tabula rasa: big data y nuevo empirismo urbano

El nuevo empirismo protagonizado por el ascenso del big data apela, entre otras cosas, a la disolución de las teorías y el trabajo teórico como fuente de conocimiento científico. En 2008, un artículo en Wired de Chris Anderson, uno de los nombres más fácilmente asociables al internet-centrismo y al optimismo tecnológico en la red, abrió una intensa polémica mediática al anunciar el fin de las teorías y del propio método científico debido a la emergencia del big data: “the data deluge makes the scientific method obsolete”. La aspiración a captar cualquier fenómeno de la realidad a partir de datos bajo la promesa de n=all conlleva necesariamente la aspiración a encontrar en los datos todas las respuestas, de manera que las teorías sobre las que de manera previa se construyen los modelos de investigación en las ciencias sociales parecen quedar arrinconadas (Kitchin 2014b:131). En palabras de Latour (2004) en un excelente discurso sobre el papel del análisis crítico en la ciencia:
“Reality is not defined by matters of fact. Matters of fact are not all that is given in experience. Matters of fact are only very partial and, I would argue, very polemical, very political renderings of matters of concern and only a subset of what could also be called states of affairs. It is this second empiricism, this return to the realist attitude, that I’d like to offer as the next task for the critically minded.”
La historia del big data es, de alguna forma, la historia de la ciencia y podemos remitirnos a los primeros pasos de la estadística en el siglo XVII como un imparable ascenso de la importancia de los datos en el progreso humano. No fue hasta finales del siglo XIX, con los censos estadounidenses procesados a través de máquinas perforadoras (la Hollerith Tabulating Machine), cuando la automatización estadística inició su vuelo. Desde entonces, la estadística y la computación han evolucionado de la mano gracias a avances como el almacenamiento magnético (1928), los primeros data centers en Estados Unidos (1965), las bases relacionales (1979), etc., hasta el nacimiento de internet a principios de los ´90 del siglo pasado. Fue casi a principios del nuevo milenio cuando el término Big Data (en mayúsculas) fue utilizado por primera vez y, desde entonces, su presencia social y su influencia en la ciencia, la gestión empresarial y en la gestión pública no ha dejado de crecer.
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Hipótesis y modelos parecen ser un lastre para una nueva ciencia de la minería de datos (recopilar información primero, hacer preguntas después). El debate en torno al big data se encuentra muy mediatizado por posturas encontradas que llevan a una falta de dirección y claridad para encontrar respuestas claras (Rae y Singleton 2015), debido en parte a la interdisciplinariedad de la materia, y en parte también por la falta de perspectiva de las investigaciones en uno y otro sentido. los autores señalan varios caminos para superar estas dificultades: la necesidad de pensar y cuestionar más el campo del big data, evitando la tentación de caer en el "fin de las teorías", la necesidad de abordar investigaciones y trabajos más interdisciplinares y, en tercer lugar, avanzar en el desarrollo de más casos de éxito de utilización del big data en las ciencias sociales, un campo aún poco desarrollado.

En una lógica similar, el mito del ciberespacio apela al fin de la historia, de la geografía y de la política (Mosco 2004), en la medida en que se presenta, al igual que sucedió anteriormente con otros avances tecnológicos que presumiblemente iban a transformar el mundo (el telégrafo o la televisión, por ejemplo), como una nueva era:
“Looking at the history of technology literally puts us in our place by suggesting that rather than ending time, space, and social relations as we have known them, the rise of cyberspace amounts to just another in a series of interesting, but ultimately banal exercises in the extension of human tools. They are potentially very profound extensions, but not enough to warrant claims about the end of anything, other than the end of a chapter in a seemingly never ending story. Indeed, the history of technology suggests that this would be far from the first time that we have laid claim to the end of history, the end of geography, and the end of politics. Practically every substantial technological change has been accompanied by similar claims. The chant goes on: This changes everything. Nothing will ever be the same again. History is over, again and again and again.”
En el ámbito tecnológico relacionado con internet, autores como Morozov (2013:35) han señalado cómo el fin de la historia o, mejor, el inicio de una nueva época completamente diferente a las anteriores, también está presente. Esta lógica se presenta en forma de novedades tecnológica nacidas de cero, sin ninguna conexión con las tecnologías previas de las que son, en muchos casos, herederas o son simplemente una continuación más sofisticada:
“Technological amnesia and complete indifference to history (especially the history of technological amnesia) remain the defining features of contemporary Internet debate. As British historian of technology David Edgerton points out, “When we think of information technology we forget about postal systems, the telegraph, the telephone, radio and televisión. When we celebrate on-line shopping, the mail-order catalogue goes missing. Genetic engineering, and its positive and negative impacts, is discussed as if there had never been any other means of changing animal sor plants, let alone other means of increasing food supply”. Only a hopelessly brave and optimistic soul would conclude that as “the Internet” comes to dominate and overtake many of these earlier debates, our respect for historical detail will somehow magically increase.”
En el mejor de los casos, la apelación a la historia de los nombres más influyentes en la construcción del imaginario tecnológico de internet, es superficial y muy discutible, en especial cuando apelan a la comparación con la revolución de la imprenta (por ejemplo, Clay Shirky en su libro Cognitive Surplus) o medios de comunicación como el teléfono, la televisión o la radio (como Tim Wu en su libro The master switch). En estos caos, según Morozov (2014:61) estaríamos ante ejercicios intelectuales que aplican al pasado los valores y categorías contemporáneas vinculadas al imaginario de internet y juzgan las tecnologías pasadas en base a esas categorías sin contextualizar adecuadamente las diferencias de época.

En este sentido, es interesante la revisión que Morozov hace sobre las variantes históricas del crowdsourcing, un medio de micro-donaciones generalizado hoy en día como forma de financiación de proyectos en internet que remite necesariamente a otros medios, tradiciones y prácticas existentes o utilizadas desde hace siglos.Este escenario es una reedición del positivismo más extremo, aplicado a las ciencias sociales y al análisis del comportamiento humano. Tal como refleja Postman (1993:146):

"(...) two beliefs to which Technopoly is deeply indebted: that the natural sciences provide a method to unlock the secrets of both the human heart and the direction of social life; that society can be rationally and humanely reorganized according to principles that social science will uncover. It is with these men that the idea of "social engineering" begins and the seeds of Scientism are planted".

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KITCHIN, Rob (2014b) The data revolution. Big data, open data, data infrastructures & their consequences, Sage, Londres.
LATOUR, Bruno (2004) “Why Has Critique Run Out of Steam ? From Matters of Fact to Matters of Concern”, en Critical Inquiry -  Vol 30 n° 2 pp.25-248, Winter 2004
MOROZOV, Evgeny (2013) To save  everything, click here. Technology, solutionism and the urge to fix problems that don´t exist, Penguin Books, Londres
MOROZOV, Evgeny (2014) “The rise of data and the death of politics”, en Guardian 20 de julio de 2014. Accedido e 26 de diciembre de 2014 http://www.theguardian.com/technology/2014/jul/20/rise-of-data-death-of-politics-evgeny-morozov-algorithmic-regulation
MOSCO, Vincent (2004) The digital sublime. Myth, power and cybersapce, MIT Press, Cabridge
POSTMAN, Neil (1993) Technopoly: The Surrender of Culture to Technology, Vintage Books, Nueva York
RAE, Alasdair y Alex SINGLETON (2015) "Putting big data in its place: a regional studies and regional science perspective", en Regional Studies, Regional Science, 2:1, 1-5
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Tras la primera presentación que hice de la estructura de la tesis (The myths behind the smart city technological imaginary (PhD brief notes #1)), a partir de ahora iré publicando algunos retazos del texto, que va avanzando. En algunos casos serán notas bastante desestructuradas o incluso una sucesión de citas, pero igual sirven como guía para entender cómo va evolucionado los temas que voy trabajando, qué referencias nuevas van apareciendo, etc. 

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