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lunes, 29 de febrero de 2016

El internet de las cosas y sus cosas

Hoy una recomendación sencilla: la cuenta @internetofshit, que lleva un tiempo recopilando gadgets absurdos, incidentes preocupantes, curiosidades ridículas, problemas de usabilidad, conflictos de privacidad, molestias recurrentes y otras anécdotas del fascinante y loco mundo del internet de las cosas.
Imagen: If You Think a Wi-Fi Enabled Toaster Is Ridiculous, This Twitter Account Is for You 
En El frigorífico quiere hablar contigoEl internet de las cosas inútiles ya destaqué cómo la carrera por conectar cualquier cosa está empezando a dar fenomenales ejemplos de la fatuidad y la inutilidad de muchas novedades que se presentan como el colmo del ingenio humano. El problema es que, más allá de una sonrisa irónica o cínica, muchos artilugios del internet de las cosas, sobre todo aquellos más cercanos a los hechos más cotidianos de la conveniencia diaria, tendrían que invitarnos a la preocupación.

La cuenta se define por sí misma y casi cada día puedes encontrar reportes de inventos terribles, casi todos reales y algún que otro diseño especulativo, que enfrentan a usuarios de televisiones inteligentes, termostatos inteligentes, coches inteligentes, tostadoras inteligentes, sillas inteligentes,... con la realidad de la desconexión, los muros de pago, los fallos de privacidad, los automatismos fallidos, etc. Aquí tienes una selección.

Bonus track: Bruce Sterling, autor entre otras muchas cosas de The Epic Struggle of the Internet of Thingstambién suele colgar en su tumblr Wolf in Living Room algunos recortes tremendos sobre este tema.

domingo, 6 de diciembre de 2015

El frigorífico quiere hablar contigo

Hace poco descubrí este vídeo, The internet of things is going to take over your home. Es una parodia del internet de las cosas, un poco en la línea de El internet de las cosas inútiles. Extremo, sí, pero ¿quién sabe?



La película Her se tomaba más en serio los brechas en la comunicación/incomunicación en esta nueva etapa tecnológica, pero Vint Cerf ya se permitía algunas bromas cercanas a la queja sobre los frigoríficos parlantes. En esta carrera por conectar todo porque, al fin y al cabo, se puede y es deseable, acabaremos por acostumbrarnos a tener relaciones absurdas con objetos que aspiran a convencernos de su inteligencia, abandonaremos hábitos tradicionales por otros más convenientes y más/menos humanizadores y en cada minúscula transacción quedará el rastro en forma de datos que alguien se encargará de darle valor transformado en dinero, poder, control, etc.

Scott Bedford/Shutterstock

lunes, 14 de septiembre de 2015

El internet de las cosas inútiles

El mito de la deseabilidad intrínseca se manifiesta principalmente en el internet de las cosas, ese escenario en el que las cosas hablarán entre ellas, también a veces con nosotros, y facilitarán nuestras vidas a través de automatismos para las rutinas, los pequeños actos de conveniencia y las tareas más cotidianas. La casa conectada, la calle conectada, la farola conectada, el reloj conectado, la almohada conectada, el bebé conectado, la sartén conectada, el coche conectado,....

Vía Buttered Side Up
Allison Arieff publicaba hace unos días un artículo, The Internet of Way Too Many Things, alertando sobre la necesidad de preguntarnos cuánto es suficiente, qué objetos de ese internet de las cosas realmente necesitamos conectar, qué pretenden sustituir y a qué precio. Quién lo pagará y quién extraerá el valor de objetos que, vía la magia de la conectividad que incorporan, multiplican su precio frente a opciones analógicas. Entre otras cosas, señala:
The move toward the Smart City — programs ranging from 311 to Comstat and sensor-enabled trash collection — is very much about using data to improve efficiency, reduce costs and make better use of resources. This has not carried over to the realm of the Smart Home; instead, the tendency has been to throw excess technological capability at every possible gadget without giving any thought to whether it’s really necessary.

El artículo me lleva a recordar el proyecto The Internet of Useless Things, que suelo utilizar en mis charlas. Se trata de una especulación sobre la inutilidad de la carrera por dotar de conectividad y capacidad sensible a cualquier objeto o servicio. Dispositivos instalados en una ventana para darte una lectura del nivel de luz exterior (¿no teníamos ojos para esos y no inventamos hace siglos las ventanas para hacerlo por nosotros mismos?), dispositivos para gamificar (esa cosa tan horrible) las visitas al baño, la cuchara conectada para ayudarte a adelgazar (este es muy bueno) o, el que más me gusta, un anillo conectado a tu flujo sanguíneo para avisar a familiares y amigos cuando te mueras.


Tanto el artículo como el proyecto nos indican cómo la carrera por la conectividad y la ubicuidad nos pueden llevar a la estupidez y la inutilidad de rodearnos de objetos deshumanizadores pero bendecidos por la pátina de sofisticación y modernidad. Que se pueda conectar no quiere decir necesariamente que sea deseable.

Bonus tracks:
  • IoT design manifesto 1.0 
  • En un nivel más humorístico pero también especulativo, el cineasta Jacques Tati en películas como Mon oncle (Mi tío), de 1958, ya ofreció su parodia del modernismo (de la casa mecánica, por ejemplo) y, en general, de las formas de automatización de actos y objetos cotidianos que ahora estamos viviendo.

viernes, 7 de febrero de 2014

Week picks #20

THINGFUL

Thingful is a discoverability engine for The Public Internet of Things, providing a geographical index of where things are, who owns them, and how and why they are used.
Today, millions of people and organisations around the world already have and use connected 'things', ranging from energy monitors, weather stations and pollution sensors to animal trackers, geiger counters and shipping containers. Many choose to, or would like to, make their data available to third parties – either directly as a public resource or channeled through apps and analytical tools.
Thingful organises 'things' around locations and categories and structures ownership around Twitter profiles (which can be either people or organisations), enabling citizens to discuss why and how they are using their devices and data. Because, the 'who', 'why' and 'where' are ultimately far more important in The Public Internet of Things than the 'what'.
Explicitly built for people, communities, companies and cities that want to make the data from these 'things' available and useful to others, Thingful aggregates and indexes public information from some of the major IoT platforms and data infrastructures around the world, providing direct links to datasets and profile pages for the public things that it knows about.

CITIZEN SENSE

The Citizen Sense project is funded through a European Research Council (ERC) Starting Grant, and runs from 2013-2017. The project investigates, through three project areas, the relationship between technologies and practices of environmental sensing and citizen engagement. Wireless sensors, which are an increasing part of digital communication infrastructures, are commonly deployed for environmental monitoring within scientific study. Practices of monitoring and sensing environments have migrated to a number of everyday participatory applications, where users of smart phones and networked devices are able to engage with similar modes of environmental observation and data collection. Such “citizen sensing” projects intend to democratize the collection and use of environmental sensor data in order to facilitate expanded citizen engagement in environmental issues. But how effective are these practices of citizen sensing in not just providing “crowd-sourced” data sets, but also in giving rise to new modes of environmental awareness and practice?
Through intensive fieldwork, study and use of sensing applications, the project areas set out to contextualize, question and expand upon the understandings and possibilities of democratized environmental action through citizen sensing practices. The first project area, “Wild Sensing,” focuses on the use of sensors to map and track flora and fauna activity and habitats. The second project area, “Pollution Sensing,” concentrates on the increasing use of sensors to detect environmental disturbance, including air and water pollution. The third project area investigates “Urban Sensing,” and focuses on urban sustainability or “smart city” projects that implement sensor technologies to realize more efficient or environmentally sound urban processes.

CIVIC SYSTEMS LAB
A collective vision of what is possible is already being pieced together. Over the last 5 years we have seen an explosion of new citizen-led and hybrid cross-sector experiments seeking to address our disenfranchised society.
In food systems people are creating new ways to grow, sell, make, eat food - outside of existing consumer-orientated economic systems.  We are seeing the system innovations in energy creation, distribution and surplus use, in monetary mechanisms through credit unions and local currencies, in the physical making of houses, furniture, clothing.
These initiatives are working not to build new public services, remediation strategies or consumer markets but reframe our everyday local experience toward a participatory and civic economy. Each new initiative adds to a body of imaginative ideas and critical lessons of how we, as individuals and groups and organisations, can together create stronger local economies through an open and participatory society.
We now need to go further…. with a whole systems approach
Our challenge is now to create the conditions and mechanisms for such change to flourish – a whole systems approach which accelerates local initiatives to solve unique problems, with unique opportunities, using unique local resources. This practical and participatory localism cannot be, and must not be, a rare act performed by a few - but a common happening - a different way of living our day-to-day lives in which the many become co-producers of this new local.

Week picks series features some Fridays different initiatives and projects I found or want to highlight on this blog. It will help me track new findings from community groups, startups or local governments working and delivering solutions relevant to the issues covered on this blog. I often bookmark them or save them on Tumblr while I wait to use them. Maybe this a good way.

viernes, 21 de diciembre de 2012

Week picks #9

COSM 

The Internet of Things is happening, and it’s being built right here on Cosm. Founded as Pachube in 2008, Cosm has grown under the vision that open is better than closed and sharing is better than hoarding. Today, Cosm is the platform, API and community where devices, information, developers, apps and commercial applications come together to bring connected products and ideas to life.

Cosm is a secure, scalable platform that connects devices and products with applications to provide real-time control and data storage. Using Cosm's open API, individuals and companies can create new devices, develop prototypes, and bring products to market in volume. Cosm offers a way to launch internet enabled products without having to build any backend infrastructure. As a LogMeIn company, our platform runs within LogMeIn datacenters, providing world-class security and reliability.

As an early entrant and thought leader to the Internet of Things, Cosm has an established and engaged community of developers, makers and enthusiasts who work on a diverse range of hardware, projects and products. They are initiating crowdsourcing movements, building new devices and exchanging data.

STADSLAB AMSTERDAM 


STADSLAB AMSTERDAM is a platform that allows Amsterdammers to collaborate on developing new ways of improving the vitality and liveability of their city. STADSLAB AMSTERDAM is involved with various projects and is concerned with the fundamental redevelopment of the city, also in regards to developing the city as a learning environment and discovering new design principles. STADSLAB AMSTERDAM is dedicated to helping and collaborating with a wide range of groups, including residents, business owners, professionals, governmental representatives, directors and scientists.


COMMON SENSE
Mobile sensing for community action

We are developing mobile sensing technologies that help communities gather and analyze environmental data. We hope that this hardware and software will empower everyday citizens to learn more about their environment and influence environmental regulations and policy.

We have developed various research prototypes, which are being used in studies such as a deployment on street sweepers in San Francisco and a deployment of a handheld device in West Oakland. Right now we are focusing our efforts on air quality sensing. Our hope is that our research prototypes will demonstrate the utility of embedding environmental sensors in commercial commodity devices such as mobile phones.
Our project name “Common Sense” refers to Thomas Paine's famous treatise on democracy, because we hope our project will illustrate ways in which everyday citizens can use sensing technologies to conduct citizen science and participate in the political process. The project name also emphasizes the notion that sensing data can be shared in common by communities, that individuals can join together to collect and analyze environmental data.



Week picks series features every Friday some initiatives and projects I found or want to highlight on this blog. It will help me to track new findings from community groups, startups or local governments working and delivering solutions relevant to the issues of this blog. I often bookmark them or save them on Tumblr while I wait to use them. Maybe this a good way.

sábado, 12 de noviembre de 2011

La internet de la energía y la Tercera Revolución Industrial


@manufernandez
Jeremy Rifkin publica un nuevo libro, La Tercera Revolución Industrial: Cómo el poder lateral está transformando la energía, la economía y el mundo. Estando las cosas como están, una revolución industrial parece que, tarde o temprano llegará o está llegando ya sin darnos cuenta. Como en otros libros, el autor consigue dibujar tendencias que pronto se asentarán. En este caso concreto, el libro es un muy buen ejercicio de síntesis y de estructuración -en forma, nada menos, de una revolución industrial- de muchas de las cosas que están pasando.

La tesis básica del libro es que el desarrollo de todas las posibilidades de internet y el avance de las energías renovables son los dos pilares sobre los que asentar la nueva fase industrial en la que entraremos construyendo una internet de la energía. El viejo modelo centralizado y jerárquico de la información se ha roto definitivamente con la irrupción de nuevas formas de acceso y creación del conocimiento, una forma distribuida, compartida y estructurada en red. Es algo fácil de ver en nuestra vida diaria aunque aún choque contra posturas de viejo modelo que buscan mantener sus privilegios y lógicas. Más imperceptible es la transformación y el cambio de lógica que suponen las energías renovables y cómo se van a aprovechar del uso de internet para construir una nueva estructura energética. Pero es un cambio que también se está dando y, según, el autor, esa unión será la clave para la extensión definitiva de las energías renovables a través, también, de un modelo energético distribuido aprovechando las redes inteligentes y la capacidad de descentralizar la producción y de crear puntos locales de generación energética.
La Tercera Revolución Industrial estará basada en cinco grandes pilares:
  • Las energías renovables, principalmente la solar y la eólica en sus diferentes versiones y soluciones tecnológicas.
  • Los edificios como minicentrales eléctricas capaces de concebirse como productores de la energía para su metabolismo y también generar excedentes para otros usos.
  • El hidrógeno como tecnología de almacenamiento para resolver la inestabilidad de los flujos de las energías renovables.
  • Internet como tecnología para facilitar un modelo de energía compartida y distribuida.
  • El vehículo eléctrico como nuevo medio de transporte alternativo a los vehículos movidos por combustibles fósiles.
El fin de, según el autor, de "una civilización erigida sobre la base de los combustibles fósiles" y las infraestructuras energéticas y de información jerárquicas (explica algunas de estas cosas en esta entrevista). Las dos grandes revoluciones industriales anteriores también nacieron de avances tecnológicos fundamentales en las nuevas tecnologías de la comunicación y las nuevas fuentes energéticas, y ambos factores vuelven a coincidir en la Historia. Hemos vivido desde la Segunda Revolución Industrial en un modelo basado en cuatro grandes factores estructurantes: la electricidad centralizada (grandes fuentes de generación energética y una infraestructura de red unidireccional), el automóvil privado movido por petróleo como combustible y la cultura suburbana (de esta resolución espacial ya hablamos hace unas semanas). De este cambio de modelo también participa, y se ocupa de ello el autor dando así una visión muy integral de los cambios que están sucediendo en la sociedad actual, una nueva estructuración social y económica en torno a relaciones laterales (enlazando así con todo el desarrollo de su anterior libro, "La civilización empática") basadas también en los cambios en la organización industrial (el fin de la gran empresa capitalista tayloriana centralizada verticalemente), el ascenso de la economía colaborativa (con ejemplos como Wikipedia, el couchsurfing, el Zipcar como ejemplo de nuevo modelo de movilidad, Mozilla o Kiva) o la crisis del sistema educativo y la emergencia de nuevas formas de aprendizaje peer to peer.
El libro también contiene jugosos relatos de la experiencia del autor como asesor de alto nivel de muchos gobiernos durante los últimos años. En especial, Jeremy Rifkin insiste en su cercanía a las instituciones europeas frente al escaso eco de la administración estadounidense (tanto de Bush como de Obama) por construir un nuevo paradigma industrial. En este sentido, estando las cosas como están hoy, el libro merece la pena sólo por leer sus encuentros con dirigentes como Angela Merkel,  Durao Barroso o Romano Prodi. El capítulo dedicado a Zapatero (recordemos que Jeremy Rifkin formaba parte de aquel consejo de asesores económicos) destapa algunos entresijos de la política energética en España y señala a Miguel Sebastián como principal escollo para acelerar la transformación del modelo energético español y, en general, la búsqueda de un nuevo modelo de desarrollo económico en el que, por lo visto, Zapatero tenía altas esperanzas. Por no hablar de cómo hace tan sólo unos meses Rifkin tenía trato directo con Papandreu y parecía posible crear las condiciones de una nueva revolución industrial con Grecia como vagón de enganche. Casi nada si leemos los periódicos de estos días. Ciudades como Utrecht, Mónaco, San Francisco o roma pasan por las páginas del libro, así como otros relatos personales de las relaciones de observador privilegiado del autor con gobiernos y responsables de política energética del Reino Unido, Italia, Senegal o Alemania.
He leido la mayoría de los libros del autor y este es, en mi opinión, uno de los más completos. Con La era del acceso acertó plenamente a adelantarse a algo que llegó con el tiempo; por contra, en La economía del hidrógeno supo ser visionario pero el tiempo ha demostrado que las cosas han ido más despacio, mientras que La civilización empática es más un dibujo bienintencionado frente a la realidad mucho más dura que vivimos. Este nuevo libro aporta, en fin, una visión de conjunto de muchas tendencias que están aquí, y otras que quizá lleguen más pronto que tarde.

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