miércoles, 8 de octubre de 2014

Smart cities. El mito de la deseabilidad intrínseca (PhD brief notes #5)

El imaginario construido en torno a la smart city y a la ciudad digital contemporánea es, en buena medida, la plasmación en el espacio de un relato previo y más amplio en torno a la incorporación a la sociedad de las tecnologías digitales. En este sentido, se alimenta de ideas sobre la irreversibilidad del desarrollo tecnológico (lo quieras o no, tendrán que incorporarte; quien se incorpore el primero podrá ser el líder de esta revolución; etc.) y su deseabilidad. La ciudad inteligente se convierte, de esta manera, en el último estadio de una infiltración total de la infraestrcutura digital en todos sus aspectos técnicos e ideológicos sobre la capa física de la vida en la era digital, sus instituciones y su sistema de gobierno. Siguiendo a Vanolo (2014:892), esta deseabilidad se manifiesta en dos sentidos:
“On the one hand, the idea that ‘technologies will save us’ guards technological- related activities against criticism; on the other, it boosts the idea that technological networks and governmental practices will automatically guarantee better cities, regardless, for example, of the development trajectories of local societies, the nature of technological developments, the difficulty of reducing the chaos and complexity of ecosystems to a handful of statistics and indicators which have to be fully monitored and controlled, and the need for debates, rules and forms of control in order to achieve virtuous coupling between technology and society”.
No existe alternativa. ¿Cómo no convertirse en una smart city en estos tiempos? Quienes difunden sus bondades tan sólo tienen que remitir a un “¿no querrás ser el último?”. Haque (2012:141) identifica este elemento como una motivación o recurso discursivo central del llamamiento a la conversión en ciudades inteligentes:
“(…) an idea that has gained a lot of currrency as the internet has become inccreasingly important in our lives, individually and collectively: that anything networked must necessarily be good and desirable”. 

De la misma forma, el storytelling de las compañías (que, como hemos visto, ha sido el principal vehículo movilizador del imaginario en torno a la smart city) se presenta como paso obligado:
“(...) to a large extent propelled by attempts to create an ‘obligatory passage point’ in the transformation of cities into ‘smart’ ones. In other words, it is conceived to channel urban development strategies through the technological solutions of IT companies” (Söderström, Paasche Klauser (2014)
 Ycomo señala Hollands (2014),
“Despite its inherent positivity, in a recent commentary, the renowned urban sociologist Richard Sennett has questioned the logic of the smart city and the largely accepted notion that we should increasingly rely on digital technology to plan our urban environment.”
Esta deseabilidad intrínseca está íntimamente relacionada con las bondades perfectas que se asocian a laa smart city. Como destaca Townsend (2013:276),
“We´d like to think of smart technology as a benevolent omniscience, always acting in our interests. That´s certainly the pitch by technology giants, governments, and start-ups alike. But the proliferation of surveillance mechanisms isn´t an accident. Government, who ought to be the ones drawing a line to protect us, can´t keep themselves away form the stuff”. 
De la misma manera, Galloway (2008:160) destaca cómo funciona este mecanismo psicológico y sociológico de aceptación de las novedades tecnológicas:
“I was thinking about the connections between technosocial expectations and the kind of ‘soft’ technological determinism embodied in people’s assumptions that technological ‘progress’ in these areas is inevitable”.
Esta deseabilidad es fruto, como hemos revisado ya siguiendo especialmente a Greenfield (2013), del modo en que el imaginario de la smart city se reproduce, un mecanismo que produce principalente una sensación de presunto consenso y pretendida certeza en las asunciones y datos que las empresas de la smart city colocan como mensajes en sus productos promocionales (objeto principal de producción dde dicho régimen discursivo). A través de la transmisión y repetición acrítica de los mensajes de descripción genérica de la smart city, pero también de las diferentes versiones de cada casa comercial, el imaginario se ha dotado de un mensaje, unos lemas y, en definitiva, tal como estamos abordando en este texto, una base conceptual apenas puesta en cuestión por sus receptores, y asumida como consenso válido y deseable.

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GALLOWAY, Anne (2008), A Brief History of the Future of Urban Computing and Locative Media, disertación de tesis doctoral, Carleton University Ottawa
GREENFIELD, Adam (2013) Against the smart city, Do Projects, Nueva York
HAQUE, Usman (2012) “What is a city that it would be smart?”, en City in a box Volume 34
SÖDERSTRÖM, Ola, Till PAASCHE & Francisco KLAUSER (2014) “Smart cities as corporate storytelling”, en City: analysis of urban trends, culture, theory, policy, action, 18:3, 307-320
TOWNSEND, Anthony (2013) Smart Cities: Big Data, Civic Hackers, and the Quest for a New Utopia. New York: W. W. Norton & Company.
VANOLO, Alberto (2014) “Smartmentality: The Smart City as Disciplinary Strategy”, en Urban Studies 51(5) 2013:1-16)

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Tras la primera presentación que hice de la estructura de la tesis (The myths behind the smart city technological imaginary (PhD brief notes #1)), a partir de ahora iré publicando algunos retazos del texto, que va avanzando. En algunos casos serán notas bastante desestructuradas o incluso una sucesión de citas, pero igual sirven como guía para entender cómo va evolucionado los temas que voy trabajando, qué referencias nuevas van apareciendo, etc. 

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