jueves, 13 de agosto de 2009

La Ruche, promoviendo el emprendizaje social

Sigo contando algunos detalles sueltos de uno de los viajes de trabajo de este año. Seguimos en París, en este caso con un espacio colaborativo (me sigue constando utilizar el barbarismo co-working) dirigido a acoger proyectos de carácter social. La Ruche (la colmena), no podría tener mejor nombre, ni mejor cargo su promotora, Chalotte Hochman. Exploratriz. ¿A que es genial? ¿a que siempre habías querido ser exploratriz y a lo mejor ni siquiera lo sabías?

Se trata de un proyecto que busca ofrecer un alquiler de puestos de trabajo dedicados para proyectos sociales residentes para una temporada relativamente larga, de al menos varios meses. Sin asimilarlo a esta función, se podría comparar este servicio al del alquiler de espacio en una incubadora para una empresa, aunque con una vocación diferente. Es cierto, por un lado, que los proyectos de carácter social (pensando en los alojados en La Ruche cuando estuvimos: lucha contra el cambio climático, atención a la diversidad en el trabajo, cooperación internacional, apoyo a los líderes comunitarios, etc.) tienen una vertiente económica importante y, por ello, son "empresas" si queremos utilizar los términos más clásicos. Por tanto, pueden tener necesidades parecidas a las de cualquier proyecto empresarial: acceso a estructuras físicas y tecnológicas a costes reducidos, disponibilidad de servicios comunes, apoyo y asesoramiento, acceso preferente a formación y otros servicios, etc. Posiblemente, esto lo tiene La Ruche. La economía social también es economía y creo que a veces a este tipo de proyectos se los margina de los servicios clásicos a emprendedores o ayudas al tejido empresarial simplemente porque tienen un objeto social específico y una voluntad no mercantil exclusivamente.

En cualquier caso, la cuestión, para mí, es que La Ruche es algo más que una mera incubadora o contenedor de proyectos. Ese algo más es el proyecto común en sí mismo. Los proyectos acogidos, de alguna forma, participan de una misma estructura organizativa-se "apropian" del propio espacio del que son usuarios- y se "benefician" también como proyectos individuales de actuar en ciertas actividades bajo una marca común, La Ruche, que actúa como una especie de sello de calidad o, mejor, de carta de presentación ante terceros -imaginemos, posibles financiadores de proyectos solidarios- del proyecto individual que cuenta con el apoyo de La Ruche en su conjunto.

El funcionamiento ordinario en la descripción que puedo hacer es bastante ordinario. Se alquila una mesa de trabajo a la empresa o la persona que es para su uso exclusivo y permanente para un número significativo de meses con la idea de que la persona se transforme en un miembro activo del comunidad desde su propio proyecto. Para ello, se ha dotado a la sede de un espacio funcional con puestos de trabajo en forma de islas, así como otros espacios de encuentro: además de espacios para el trabajo, se cuenta con unos espacios que funcionan como zonas de socialización y por las que se tiene que pasar para acceder al resto de las instalaciones creando así “lugares de vida”, y espacios en general que permiten un entorno de trabajo más abierto que el de una incubadora clásica con sus despachos, sus puertas y sus paredes.

El punto central, en cualquier caso no es el espacio, sino la persona que lo dinamiza. Si este fuera virtual le llamaríamos community manager y se trata de un puesto dirigido a atender en primera persona a los usuarios en las funciones no laborales del espacio, a ofrecer información a los visitantes que se acerquen al centro, a organizar la logística de las diferentes salas y espacios funcionales, a atender la llegada de alumnos y visitantes, a organizar la disponibilidad de espacios, a establecer los horarios para las actividades públicas y abiertas, a ayudar a los usuarios en la búsqueda de información o a ponerles a disposición entre ellos, etc.

En fin, que este tipo de espacios están floreciendo y revitalizando barrios en muchas ciudades del mundo actuando como centros de reunión, de expresión y de colaboración basada en proyectos. Y como, para variar, de estas cosas no sé mucho, apunto algunos enlaces para el que quiera saber más, e invito a quien lea esto a compartir otros enlaces o ideas sobre este tema.

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