martes, 8 de marzo de 2011

Smart city. Estrategia comercial empresarial y marca de nuevos desarrollos urbanos


@manufernandez
Después de comentar en días anteriores sobre las cuestiones terminológicas y los componentes principales de eso llamado smart city, creo que es interesante ampliar algo de información revisando su clara utilización como estrategia de marketing y como emblema urbanístico.
Estrategia comercial empresarial
Si en el anterior capítulo relacionaba las smart grids como el componente tecnológico que más ha hecho por extender el uso del término smart city, no hay ninguna duda de que ha sido su incorporación al argumentario de grandes empresas tecnológicas el detonante principal de la actual explosión que estamos viendo. Al menos CISCO, IBM, Siemens y Philips han creado estrategias de visibilización de sus productos y soluciones tecnológicas aplicables a los servicios urbanos, sin descartar a otras más pequeñas. Pero, en buena medida, esas son las principales protagonistas de una estrategia de marketing novedosa en muchos aspectos, sobre todo por la capacidad que han tenido de penetrar en medios generalistas con herramientas comunicativas muy significativas (secciones especiales en las ediciones en papel y digitales de los principales periódicos del mundo, páginas web propias que actúan como aglutinadoras de casos y referencias, eventos patrocinados, sistemas de concursos dirigidos a ayuntamientos de todo el mundo que reciben como premio inversiones "gratuitas" en tecnologías, etc.).

No es sólo una cuestión de marketing. Estas empresas, grandes corporaciones disponen de fuertes capacidades tecnológicas para renovar y transformar la gestión del tráfico, la tecnologización de las infraestructuras urbanas y de realizar inversiones masivas. Esto, en sí mismo, está bien. Siempre viene bien, pero plantea varias dudas. Agenda-setting o algo así le llaman en los círculos del análisis político. La capacidad de situar un tema en el centro del debate, un tema inesperado para distraer la atención o para crear un relato nuevo que sitúe nuevas prioridades y discursos alternativos. Es la sensación que tengo con la "explosión" del debate sobre las smart cities, que en los últimos tiempos aparece recurrentemente aunque lleva al menos diez años de recorrido y que, sin embargo, ahora estas empresas parecen estar capitalizando en una determinada dirección.
No, no planteo nada relacionado con la conspiranoia. Yo no, al menos. Si alguien tiene algo que ofrecer, sin problemas. La cuestión es qué necesidades cubren, sobre todo pensando en los ayuntamientos, destinatarios últimos de este tipo de soluciones y que son siempre el eslabón más débil de la financiación pública. ¿Dónde poner el límite? ¿Son estas soluciones -en este caso, las soluciones que ofrecen estas empresas, siempre high-tech- las más adecuadas? Ya que vamos a hablar de inteligencia urbana, ¿no existirán soluciones inteligentes que no pasen por la sofisticación tecnológica de los servicios sino por una gestión más racional (soluciones low-tech o no-tech)? ¿No nos distraerán de lo importante?
Smart city como marca de nuevos desarrollos urbanos
El segundo de los detonantes es la vinculación del concepto de smart city a nuevos desarrollos urbanos. Como mencionaba en el post anterior, PlanIT Valley, Songdo o Masdar son ciudades que se han presentado al mundo como smart cities, pero no son las únicas. Yokohama es el laboratorio donde Japón experimentará sus propias soluciones, Taipei ha anunciado el inicio de un nuevo desarrollo urbanístico altamente tecnologizado (FarGlory) y Shenyang (China), Sisak en Serbia o Lavasa en India toman tambien el mismo camino. Pero tenemos muchas otras, catalogadas en listados más o menos acertados de las 10 smartest cities on the planet o Top Seven Intelligent Communities of 2011, que presentan modelos de ciudades enteras, barrios determinados o acciones específicas. En realidad, todas ellas, caen en la falta de perspectiva que hemos mencionado en capítulos anteriores. Apelan a la ciudad inteligente cuando, en realidad, son aproximaciones sectoriales de contenido energético o de experimentación de la ubicuidad digital. ¿Son estas las ciudades más inteligentes del mundo? Aquí creo que nos va a pasar lo mismo que con la promesa de las eco-ciudades, que con la excusa de que necesitamos laboratorios donde experimentar nuevas soluciones constructivas y urbanísticas basadas en modelos de sostenibilidad (en nuestro caso, basadas en la tecnologización masiva de la ciudad) podemos caer en la trampa de apoyar desarrollos innecesarios o que no necesariamente nos conducen a una mejor gestión urbana ni a menores niveles de insostenibilidad urbana.
En definitiva, el argumento de que se necesitan laboratorios y ciudades que sean las primeras en experimentar buscando con ello también mejorar los servicios urbanos que ofrecen a su ciudadanía, es válido pero no es absoluto. En principio, será más realista si esa no es la estrategia única para una gestión urbana inteligente y si la inteligencia de la ciudad no se circunscribe únicamente a lo tecnológico ni mucho menos a las soluciones de high-tech. En este sentido, Kaid Benfield está muy acertado en el artículo Is there a downside to "intelligent cities" or "smart cities"?:
But futuristic technology won't fix many of our basic urban problems, any more than "gizmo green" add-ons to buildings will overcome the unsustainability inherent in lousy building locations or lousy architecture. Sprawl will still be sprawl; disinvestment will still be disinvestment; traffic will still be traffic; sprawl-aided obesity will still be obesity.

Imagen tomada de WSTAY.com en Flickr bajo licencia CC BY-ND 2.0

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